sábado, 11 de junio de 2011

Introducción

En medio del desierto surgió una de las civilizaciones más espléndidas de la historia. Logró sobrevivir durante 30 siglos que dieron como fruto su escritura, calendario, la medicina y maravillosas obras arquitectónicas que hoy continúan desafiando el inexorable rigor del tiempo. Y también bellísimos testimonios artísticos, las momias, los reyes-dioses, entre otras.
Su inmenso legado asombra a Occidente, no en vano los faraones Tutankamón y Ramsés captan el mayor número de visitantes a las grandes exposiones organizadas en Francia durante los últimos 25 años; muy por encima de Picasso y Dalí; muchos más que Renoir, Manet, Gauguin y todos los impresionistas juntos.







Los egipcios fueron un pueblo que no solo florecieron intelectualmente, sino que también se adelantaron a muchas cosas que conocemos hoy en día como el arte, conocimientos acerca del cultivo, creencias astronómicas, etc.
Los egipcios lograron hacer de su cultura un imperio casi impenetrable, claro que esto no fue de la noche a la mañana, sino que fue, como hemos dicho durante muchos años, quizá siglos, recopilando y adoptando aspectos, datos y cosas de otras culturas.
Sin duda este es un trabajo fascinante, que gustará a todo aquél que lo lea, ya que es una recopilación de varias fuentes bibliográficas, respetando de cada una sus fechas respectivas.

miércoles, 8 de junio de 2011

Momificación

El arte de la momificación alcanzó su apogeo en Egipto bajo el segundo imperio tebano, que fue cuando se produjeron las momias más perfectas, perdurando durante más de treinta siglos. En los tiempos predinásticos, los cadáveres se enterraban directamente bajo la arena, donde acababan momificándose de manera natural. Hay muchas evidencias que demuestran que el embalsamamiento tuvo un origen religioso, concebido como un medio de preparar al muerto para la vida después de la muerte. Los egipcios creían que era necesario que el cuerpo no se extinguiese, por entender que la presencia del alma estaba subordinada a la duración del organismo que la había animado. Herodoto, Diodoro de Sicilia y Estrabon han proporcionado abundantes datos sobre las costumbres que mantenían los egipcios con los muertos, en un intento vano de encontrar explicación a tan singulares creencias.

Según Herodoto (historiador griego) que visitó Egipto en el año 450 a.C-, el difunto era trasladado al pernefer, la casa de momificación. Los sacerdotes mostraban a la familia unas maquetas de madera en las que se podía apreciar el resultado final. Convenido el precio y el modelo, comenzaba la labor de conservación, que duraba setenta días justos. Tras este dato se ocultaban razones de carácter religioso. Los astrónomos egipcios descubrieron que Sirio -la estrella más luminosa del cielo- dejaba de lucir durante setenta días, al igual que la mayoría de las estrellas fijas. Se estableció entonces una conexión entre la desaparición temporal de la estrella y la muerte de Osiris: esta deidad, venerada también como dios de la fertilidad, moría todos los años, era embalsamada en el otro mundo y renacía cuando el rio Nilo se desbordaba y los campos volvían a ser productivos. Sirio era considerada parte del dios, porque aparecía en verano coincidiendo con los desbordamientos del rio. Y como el astro dejaba de brillar durante setenta días, dedujeron que la operación de embalsamar a Osiris duraba este tiempo, el mismo que debía aplicarse a los seres terrenales.

Lo primero que se hacía con el cadáver, una vez desnudado y tendido sobre un tablón o mesa de madera, era lavarlo y perfumarlo. Los embalsamadores sabían que los órganos internos son los primeros en corromperse, por lo que se retiraban inmediatamente. El cerebro se extraía mediante un grafio introducido por un orificio nasal -generalmente el izquierdo-, por succión o inyectando una sustancia desconocida que licuaba la materia gris. Luego, con una afilada piedra etíope u obsidiana, el parasquita -sacerdote encargado de la parte quirúrgica- hacía una incisión en el flanco izquierdo del abdomen para sacar los órganos y vísceras, menos el corazón y los riñones, que, por razones desconocidas, no se tocaban. Normalmente tampoco extraían los ojos, pero debido a su elevado contenido en agua, se hundían en las órbitas. En ocasiones rellenaban la cavidad ocular con bolitas de lino, o bien sustituían los ojos por prótesis de vidrio, piedra o hueso.



Una vez eviscerado el cadáver, los taricotas -sacerdotes especializados- lavaban con vino de palma y otras sustancias balsámicas el interior de la cavidad torácica y abdominal, operación que repetían con las vísceras. El siguiente paso consistía en sumergir durante varias semanas, tanto el cuerpo como las vísceras, en natrón -carbonato de soda cristalizado-, que obtenían de los lechos de los lagos secos. El natrón ayuda a retirar todo el agua del cadáver, por tanto, los procesos biológicos implicados en la putrefacción se interrumpen. Para acelerar este proceso de deshidratación y prevenir cualquier desfiguración del cuerpo, las cavidades vacías se rellenaban con materiales como piedras, aserrín, cebollas, vegetales secos y arena.

Las vísceras, después de saladas, se embadurnaban con resinas vegetales y se envolvían en telas para formar cuatro paquetes, que se guardaban en vasos canopes -recipientes herméticos con forma de ánfora fabricados generalmente de alabastro, piedra caliza o barro cocido-. Cada vaso llevaba la imagen de uno de los cuatro hijos de Horus, genios funerarios con la misión de proteger los distintos órganos. A partir de la XI dinastía (2061-1191 a.C), los vasos canopes desaparecen, y las vísceras vuelven a la cavidad abdominal, acompañadas de figurillas de cera representando a los cuatro hijos de Horus. 



Momias Egipcias.

Después de la muerte para los egipcios sobrevenía la vida eterna, que era una prolongación de la vida terrenal, con los mismos placeres, incomprensiones y peligros, pero necesitaban para que esto ocurriera, contar con el cuerpo, donde pudiera alojarse el alma.
Para conservarlo en buen estado, utilizaron un procedimiento llamado momificación, que demandaba aproximadamente 70 días, y que había sido aprendido por la observación de los primeros entierros, realizado bajo las arenas del desierto, que habían consumido la humedad del cuerpo y evitado su putrefacción.
Consistía en extraer las partes corruptibles del cuerpo que se colocaban en jarras cerradas herméticamente. Luego se cubría el cuerpo con natrón, un polvo blanco semejante a la sal, que permitía su secado. Se lo untaba con aceites perfumados, cubriéndolo luego con resina líquida. Así se lo dejaba durante 40 días. Posteriormente se lo envolvía con lino, de manera apretada, pudiéndose utilizar hasta 375 m2 de lino por momia. Cada vuelta del vendaje iba acompañada de una palabra mágica.
La momia era colocada en un sarcófago, caja que primero se hacía con arcilla o juncos entretejidos, y luego con madera, que tenía la forma de la momia que contenía y sobre el cuál se pintaba un retrato de la persona muerta. Contenía también ciertas indicaciones sobre la jerarquía o calidad que había tenido la persona en vida. Por ejemplo, las sacerdotisas tenían su sarcófago identificado con tiras rojas. Además la tapa del sarcófago estaba decorada con símbolos de las divinidades.
El uso del sarcófago se justificaba ya que la idea de ser enterrados en la arena espantaba a los egipcios. Esta modalidad permitía que el difunto estuviera protegido del mundo exterior, pero siguiera en contacto con él, a través de los ojos o de los oídos dibujados en el exterior de la caja.
Generalmente iban encajados uno dentro de otro, llevando en su interior decoraciones de figuras pintadas con colores brillantes y exteriormente escrituras jeroglíficas que podrían ayudar al muerto a llegar a la otra vida.
Junto al cadáver se colocaba un ejemplar en papiro del “Libro de los Muertos”, con los preceptos y conjuros enigmáticos que había enseñado Isis, que permitían al difunto conjurar su posible condenación.
El entierro era costoso, habiendo según Heródoto tres tarifas en cuanto al embalsamamiento, siendo la última de caridad, pagándose lo que se podía.
La vida espiritual eterna, se basaba en tres principios abstractos:
El Akh, era la fuerza divina, que primero la tuvieron sólo los dioses, luego también el faraón y posteriormente todos los mortales y que significaba la unión de los otros dos principios, necesario para lograr la vida eterna.
El segundo principio era el Ba, representativo del alma y el tercer principio, el Ka que simbolizaba el conjunto de cualidades divinas que hacían posible la vida eterna.
Los animales en muchas ocasiones, también se momificaban, adquiriendo luego del proceso formas extrañas.

martes, 7 de junio de 2011

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Faraones

Amenofis III: Fue un importante faraón que gobernó de c. 1390/1 a 1353/2 a. C. Su reinado es considerado como el más próspero de toda la historia de egipcia.
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Ramsés II: Gobernó 66 años, del 1279 al 1213 a. C. Es uno de los faraones más conocidos debido a las muestras arqueológicas que existen de su reinado.
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Tutankamon: Faraón que restableció el poder de los sacerdotes de Amón. Murió a los 18 años cuando tenía seis años de gobierno. Su tumba es la única encontrada intacta en el Valle de los reyes.
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Cleopatra VII: Heredó el trono a los 18 años junto con su hermano Ptolomeo XIII, de tan sólo doce años. Gobernó del año 51 al 30 a. C. Murió al hacerse morder por áspid, cuando Octavio Augusto decidió llevarla a Roma como botín de guerra.
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Dioses Egipcios

Los egipcios adoraban dioses con cabeza de animal o con figura humana; incluso los imaginaban en forma de planta. Su religión no era homogénea puesto que bajo la forma de numerosos dioses podía ser venerado un mismo principio religioso. Resulta imposible ordenar las divinidades egipcias en categorías precisas. Dos son las razones principales: la complejidad de las ideas religiosas ren Egipto y el largo período de tiempo en el que se desarrollaron.




DIOSES PERTENECIENTES AL PANTEÓN EGIPCIO
AMÓN; ANUBIS; APIS; BASTET; BES; CNUM; HAPI; HATHOR; HORUS; ISIS; MAAT; MONTU; NEFTIS; NUT; OSIRIS; PTAH; RE (RA); SET; SOBEK; TOT;


OTROS DIOSES
RENENUTET; SELKIS; SESHAT; NEFERTEM; NEIT; JONSU; NEJBET; ATÓN; UADYET; TUERIS; SACMIS;





AMÓN
Dios principal de la ciudad de Tebas. En su origen pudo ser un dios de los vientos, y, como tal, era el proctector de los navegantes. Su nombre significa "el oculto". Acabo fusionandose con el dios Sol, recibiendo el nombre de Amón-Re. Se representa bajo aspecto humano, y con un tocado consistente en una corona de dos grandes plumas verticales juntas.


ANUBIS
Dios presidía las momificaciones y guardian habitual de las necrópolis. Se representaba como un chacal negro o como un hombre con cabeza de chacal o de perro. Guíaba el alma del difunto en el más allá. Protegía el cuerpo de Osiris durante, y después, de que éste hubiera sido embalsamado. Luego sería integrado en la religión de Osiris, siendo entonces hijo de Neftis.




BASTET
Esta diosa se presentaba como una mujer con cabeza de gato o como un gato. Representa la personificación de los rayos calientes del Sol y ejercía sus poderes benéficos. Encarnaba los aspecto pacíficos de diosas peligrosas como Sacmis, que expresaba las cualidades maléficas del Sol. Como ojo de Atum, estaba asociada a la luna y protegía los nacimientos y a las embarazadas de las enfermedades y los malos espíritus.






ISIS
Diosa que personifíca el trono. Era llamada "madre de los dioses". Fue, sin duda la más popular de las diosas egipcias. En el ciclo de Osiris, Isis tiene el p apel de esposa del dios, y es madre de Horus. Modelo para esposas y madres. Ella fue quien reconstruyó con extraños procedimientos el cadáver de su esposo Osiris, y procreó, con él a Horus. Protegió a su hijo Horus con uñas y dientes de las agresiones de su tio Set. Era el símbolo de la semilla, crecimiento y seguridad de la vida. Cuando Osiris se solarizó, Isis pasó a ser madre y esposa del Sol. Como madre de las estrellas simbolizó el cielo de la noche. Por ello fue asimilada a la diosa Hathor, representándose con forma humana y con el disco solar entre los cuernos sobre su cabeza. La representación más habitual de Isis era como una mujer con un trono en la cabeza. El cual es el jeroglífico de su nombre.


Intoducción

En medio del desierto surgió una de las civilizaciones más espléndidas de la historia. Logró sobrevivir durante 30 siglos que dieron como fruto su escritura, calendario, la medicina y maravillosas obras arquitectónicas que hoy continúan desafiando el inexorable rigor del tiempo. Y también bellísimos testimonios artísticos, las momias, los reyes-dioses, entre otras.
Su inmenso legado asombra a Occidente, no en vano los faraones Tutankamón y Ramsés captan el mayor número de visitantes a las grandes exposiones organizadas en Francia durante los últimos 25 años; muy por encima de Picasso y Dalí; muchos más que Renoir, Manet, Gauguin y todos los impresionistas juntos.




Los egipcios fueron un pueblo que no solo florecieron intelectualmente, sino que también se adelantaron a muchas cosas que conocemos hoy en día como el arte, conocimientos acerca del cultivo, creencias astronómicas, etc.
Los egipcios lograron hacer de su cultura un imperio casi impenetrable, claro que esto no fue de la noche a la mañana, sino que fue, como hemos dicho durante muchos años, quizá siglos, recopilando y adoptando aspectos, datos y cosas de otras culturas.
Sin duda este es un trabajo fascinante, que gustará a todo aquél que lo lea, ya que es una recopilación de varias fuentes bibliográficas, respetando de cada una sus fechas respectivas.